Ha pasado un tiempo ya, y te sientes agotado, piensas que las cosas no van a mejorar, aunque estás consiente que si te esfuerza, si lo harán. Pero una pesadez, apatía y desánimo cubre como una nube tu entusiasmo. Tienes dos opciones, sumirte en la oscuridad o abrirte campo con persistencia para encontrar la luz.
En la vida pasan situaciones que van minando esa energía que te mantiene activo para realizar las cosas. Más cuando esas situaciones y circunstancias son repetitivas y parece que no culminarán. El cansancio, frustraciones y agotamiento van calando los huesos y parece que ya no podrás deshacerte de ellos. Entonces, pierdes ese motor tan necesario para cumplir las metas; o por lo menos piensas que ya no es tan importante: la motivación.
SIGUE, SIGUE NO TE DETENGAS
“Cuando el miedo dice: “deja de tratar”; las esperanza susurra: “intenta una vez más”. Anónimo.
La única salida a esa situación que no tiene escapatoria es seguir. Si persistes el camino te va devolviendo uno a una, esas cosas que creías que estaban apagadas dentro de ti. No importa si lo haces despacio, o casi imperceptible, lo transcendental es no detenerte. De esta manera, poco a apoco, irás despertando la luz que hay en tu interior. Por eso, cuando todo lo demás falla, persistir es el camino.
No importa lo que digan tus amigos, familiares o conocidos, si la meta que elegiste es un buen propósito, no te detengas por muy abatido que estés. Si sigues, recuperaras tu fuerza y motivación. Es como si fueras en tu auto, y pierdes la dirección, no estacionas el carro a mitad de la carretera hasta saber a dónde vas. Tú avanzas hasta dar con la dirección correcta. ¡Así debes hacer!
Y es que al final de cuentas, persistir es la capacidad para seguir adelante, a pesar de los obstáculos, dificultades, desánimos, abatimientos, frustraciones o los propios deseos de rendirse.
Esta decisión es lo que separa a los triunfadores de los que no lo son.
Autor: María Gabriela Navarro
Fuente: http://planemprendedor.es/
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